La importancia de educar en la inteligencia emocional
Tomado de:https://ticsyformacion.com/2017/11/18/10-consejos-aumentar-inteligencia-emocional-infografia-infographic/ revisado el 24/04/2018
“No queremos cambiar la educación, sino el mundo”, declaró Pablo Fernández-Berrocal para contar que en el Laboratorio de Emociones que dirige trabajan, desde el año 1996, con adultos, con adolescentes y también con niños. “Trabajamos también en el ámbito laboral porque en todas las profesiones son relevantes las emociones”.
El ponente explicó la evolución del concepto de Inteligencia Emocional desde que Peter Salovey y John Mayer acuñaron el término en el año 1990 hasta que lo popularizó Daniel Goleman con el libro del mismo título en 1996.
También mencionó el célebre experimento llevado a cabo en los años setenta por Walter Mischell en el que los niños podían elegir entre comerse un caramelo en el acto o esperar a cambio de obtener un premio (Test Marshmallow), y explicó que en un análisis reciente con resonancia magnética se ha descubierto que los cerebros de los niños que se comieron los bombones en el acto son distintos de los de aquellos que resistieron hasta diez minutos: los primeros tienen el sistema límbico –emociones, miedo, ansiedad, adicciones– más activado que los que aplazaron el placer para obtener un premio mayor, que muestran más desarrollada la corteza frontal derecha, relacionada con la regulación y el control emocional.
Citó a Howard Gardner, autor de los test de inteligencia y de las inteligencias múltiples, quien afirma que sus métodos valen para un contexto académico, pero que “la inteligencia es la capacidad de adaptarse”. Y evocó a Marc Brackett (Yale Center For Emotional Inteligence) para destacar la importancia de reconocer que “mis emociones facilitan que yo pueda solucionar un problema o ser más creativo”. Fernández-Berrocal insistió en la necesidad de conocer las emociones propias para poder enseñarlas: “Si queremos educar en emociones tenemos que aprender antes a entender las nuestras”. Citó la obra ya clásica de Antonio Damasio, “El error de Descartes”, y la sentencia que matiza la frase del filósofo francés: “Siento, luego existo”.
El ponente aseguró que los humanos “somos especialistas en autoengañarnos, en no ver la realidad, y no somos capaces de reconocer en qué estado emocional estamos. Tenemos que aprender a ser honestos con nuestras emociones: ¿qué pasa cuando uno acepta una emoción? Que desaparece. Si la niegas o la ignoras, aumenta. Si la reconoces, baja la intensidad de la emoción”.
Fernández-Berrocal afirmó que después de conocer nuestras propias emociones, el segundo nivel es conocer las de los demás, y añadió que “somos cooperativos porque solos no habríamos sobrevivido”. También sugirió que la fórmula para saber lo que alguien siente es imitar su cara.
Ante la cuestión de por qué las emociones se contagian tan rápido, dijo que en un tercio de segundo nuestro cerebro detecta si hay algo bueno o malo en una cara. Habló de las neuronas espejo (Giacomo Rizzolatti) para concluir que los humanos aprendemos copiando, y recomendó que cada cual se grabe y estudie sus expresiones.
“¿Con qué cara vais en la vida?” –preguntó– “¿Qué transmitís? Hay estudios que demuestran que igual que se contagia el bostezo se contagia el estrés y la ansiedad de otras personas”. Y aconsejó buscar a las “personas que aumenten tu energía y tu entusiasmo”.
“Está demostrado –concluyó el ponente– que decir una frase positiva o dejar un mensaje de ‘te quiero’ en la nevera tiene más efecto que los grandes gestos o regalos caros”.
Podemos ver la siguiente conferencia que nos presenta Lo importante de la inteligencia emocional en el empoderamiento emocional dentro del acoso escolar
https://vimeo.com/154165247
Tomado de:https://aulaenred.ibercaja.es/contenidos-didacticos/conferencias-del-programa-educar-para-el-futuro-2016/pablo-fernandez-claves-para-educar-a-tus-hijos-con-inteligencia-emocional-154165247/ revisado el 17/04/2018
“No queremos cambiar la educación, sino el mundo”, declaró Pablo Fernández-Berrocal para contar que en el Laboratorio de Emociones que dirige trabajan, desde el año 1996, con adultos, con adolescentes y también con niños. “Trabajamos también en el ámbito laboral porque en todas las profesiones son relevantes las emociones”.
El ponente explicó la evolución del concepto de Inteligencia Emocional desde que Peter Salovey y John Mayer acuñaron el término en el año 1990 hasta que lo popularizó Daniel Goleman con el libro del mismo título en 1996.
También mencionó el célebre experimento llevado a cabo en los años setenta por Walter Mischell en el que los niños podían elegir entre comerse un caramelo en el acto o esperar a cambio de obtener un premio (Test Marshmallow), y explicó que en un análisis reciente con resonancia magnética se ha descubierto que los cerebros de los niños que se comieron los bombones en el acto son distintos de los de aquellos que resistieron hasta diez minutos: los primeros tienen el sistema límbico –emociones, miedo, ansiedad, adicciones– más activado que los que aplazaron el placer para obtener un premio mayor, que muestran más desarrollada la corteza frontal derecha, relacionada con la regulación y el control emocional.
Citó a Howard Gardner, autor de los test de inteligencia y de las inteligencias múltiples, quien afirma que sus métodos valen para un contexto académico, pero que “la inteligencia es la capacidad de adaptarse”. Y evocó a Marc Brackett (Yale Center For Emotional Inteligence) para destacar la importancia de reconocer que “mis emociones facilitan que yo pueda solucionar un problema o ser más creativo”. Fernández-Berrocal insistió en la necesidad de conocer las emociones propias para poder enseñarlas: “Si queremos educar en emociones tenemos que aprender antes a entender las nuestras”. Citó la obra ya clásica de Antonio Damasio, “El error de Descartes”, y la sentencia que matiza la frase del filósofo francés: “Siento, luego existo”.
El ponente aseguró que los humanos “somos especialistas en autoengañarnos, en no ver la realidad, y no somos capaces de reconocer en qué estado emocional estamos. Tenemos que aprender a ser honestos con nuestras emociones: ¿qué pasa cuando uno acepta una emoción? Que desaparece. Si la niegas o la ignoras, aumenta. Si la reconoces, baja la intensidad de la emoción”.
Fernández-Berrocal afirmó que después de conocer nuestras propias emociones, el segundo nivel es conocer las de los demás, y añadió que “somos cooperativos porque solos no habríamos sobrevivido”. También sugirió que la fórmula para saber lo que alguien siente es imitar su cara.
Ante la cuestión de por qué las emociones se contagian tan rápido, dijo que en un tercio de segundo nuestro cerebro detecta si hay algo bueno o malo en una cara. Habló de las neuronas espejo (Giacomo Rizzolatti) para concluir que los humanos aprendemos copiando, y recomendó que cada cual se grabe y estudie sus expresiones.
“¿Con qué cara vais en la vida?” –preguntó– “¿Qué transmitís? Hay estudios que demuestran que igual que se contagia el bostezo se contagia el estrés y la ansiedad de otras personas”. Y aconsejó buscar a las “personas que aumenten tu energía y tu entusiasmo”.
“Está demostrado –concluyó el ponente– que decir una frase positiva o dejar un mensaje de ‘te quiero’ en la nevera tiene más efecto que los grandes gestos o regalos caros”.
Podemos ver la siguiente conferencia que nos presenta Lo importante de la inteligencia emocional en el empoderamiento emocional dentro del acoso escolar
https://vimeo.com/154165247
Tomado de:https://aulaenred.ibercaja.es/contenidos-didacticos/conferencias-del-programa-educar-para-el-futuro-2016/pablo-fernandez-claves-para-educar-a-tus-hijos-con-inteligencia-emocional-154165247/ revisado el 17/04/2018
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